Hoy salimos a re-libros VII: Tim Krabbé, El ciclista

 

TIM KRABBÉ, El ciclista, Los libros del lince, 2010

 

“Si mi libro tiene alguna fuerza, si tal vez dice algo profundo sobre la condición humana, debe de ser porque esa no era mi intención. Lo único que traté de hacer fue contar el desarrollo de esa carrera que se disputó en el sur de Francia el 26 de junio de 1977. Una carrera que yo quería ganar”
Tim Krabbé

Releo El ciclista. Echo un vistazo en Internet: desde que se publicó en castellano en 2010 (originariamente, en 1978), son numerosas las reseñas que ha recibido. Me siento abrumado y cohibido: mejor que dejen de leer lo que sigue y vayan directamente a consultar la de Carlos Arribas (El País, 5 de junio de 2010).
Libro de culto entre la literatura de ciclismo, cuenta los 137 kms. (y 4 puertos) del Tour de Mont Aigoual de 1977, una carrera de amateurs (actualmente, una tipo master o elite) en las Cévennes, un macizo montañoso en el sur de Francia. Y lo hace en primera persona, porque Krabbé (también campeón de ajedrez y futuro novelista) corrió esa carrera.
Además de glosar todo lo que ocurre en la carrera, kilómetro a kilómetro (análisis de los rivales, cómo colocarse en el pelotón, estudio del recorrido, etc), Krabbé intercala momentos de ese ciclismo de los años sesenta o setenta, el de Bahamontes y Koblet, Merckx e Hinault, la tragedia de Simpsons en el Mont Ventoux, anécdotas de Gaul (Giro de 1956) o Anquetil (el que se colocaba el bidón en el maillot para aligerar la bicicleta, esas cosas).
Nos hallamos en un ciclismo ya desaparecido: “estremecen” los desarrollos utilizados para los puertos (43-19), acostumbrados a nuestras bicicletas de carbono y high tech. En otro lugar del libro, todos se asombran de que alguien monte un piñón del 12 (!).
En una entrevista (https://elpais.com/diario/2010/06/11/ultima/1276207202_850215.html ) confiesa Krabbé que “no le vuelven loco ni Contador, porque solo gana Tours y no ha dejado su huella en las clásicas, ni Induráin, por el cálculo. Su santoral, nutrido, lo ocupan Hinault, el último grande; Bahamontes, que estaba como una cabra, que no era serio, que por eso era magnífico; Flecha, su cara de felicidad cuando ganó la Het Volk; Freire, sus despistes, su aparente despreocupación. Pero todos ellos por debajo de Ocaña, el más grande, sus ataques desesperados, siempre.”
Pues vale, entonces, Ocaña, el libro, será repasado en este espacio próximamente. Saludos.

El nafri

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